Cada vez que nos enfrentamos al peligro cara a cara, especialmente en combate, nuestra mente siempre sigue un patrón preestablecido.
Este patrón es siempre el mismo, nunca se salta un movimiento, y no se puede hacer nada para cambiarlo. De todas maneras, si entendemos este proceso natural, podemos usarlo posteriormente en nuestro beneficio – no solo en situaciones defensivas, sino también en la evolución de nuestro entrenamiento. Este proceso, muy conocido por los equipos de Operaciones Especiales militares y de la policía, tiene los siguientes parámetros:
1 – Observar
2 – Orientarse
3 – Decidir
4 – Actuar
En cualquier situación de crisis, primero nos alertará uno o varios de nuestros sentidos: la vista, el oído o el tacto. Este primer estímulo alerta al cerebro del peligro.
En las situaciones de combate, solo hay tres posibilidades: luchar, huir o rendirse. Lo que se decida hacer determinará no solo por lo que se haya observado, sino también, otros factores: nuestro nivel de miedo, nuestro nivel de confianza, cansancio, o si se está herido o no.
Algunas personas cuando se encuentran con una situación de peligro se paralizan por el miedo y se quedan de pie sin hacer nada – esta acción pertenecería a la rendición.
Como artistas marciales o funcionarios de hacer cumplir la ley, también nos enfrentamos con estas tres posibilidades si alguna vez nos encontramos en peligro mortal. La única manera de saber como reaccionaremos en el «momento de la verdad» es hacer nuestro entrenamiento lo más auténticamente posible, y experimentar de antemano.
En el entrenamiento militar y policial siempre estamos haciendo escenarios reales.
Cuanta más variedad tengamos en nuestro entrenamiento, mejor será la habilidad de decisión. El problema es cuando faltan escenarios de entrenamiento real y cuando un policía o budoka se enfrenta con una realidad brutal, que a menudo no está preparado para manejar porque su entrenamiento no reflejó las probabilidades de la vida real.
Por tal motivo Dojo Do Argentina, no deja de entrenar instituciones oficiales que lo requieran y por supuesto a los alumnos e instructores de nuestra escuela, a través del legado marcial de los maestros que nos antecedieron y una constante actualización.